Nuestro paseo tras las huellas de Cervantes lo iniciamos en la antigua Iglesia de Santa María, actualmente sede del Centro de Interpretación “Los Universos de Cervantes”. Aquí fue bautizado el escritor el 9 de octubre de 1547. «Además de la pila conservamos la réplica de la partida de bautismo que nos dice el momento en el que fue bautizado. En este lugar fueron bautizados también cuatros hermanos suyos: Luisa, Rodrigo, Andrés y Andrea, que también habían nacido aquí. Esta iglesia fue un proyecto inacabado que mandó hacer el Cardenal Cisneros y se lo encargó a un sobresaliente arquitecto de la época como fue Rodrigo Gil de Ontañón».
Antes de abandonar este lugar subimos los 109 escalones de la Torre de Santa María para contemplar, desde sus cuatro ventanales, una de las más hermosas vistas de toda la ciudad, empezando por la Plaza de Cervantes, con sus dos monumentos, el kiosco de la música y la estatua dedicada al escritor. Y luego vemos toda la zona nueva y el área soportalada donde se encuentra el Corral de Comedias y donde se situó el primitivo Ayuntamiento de la ciudad. Y desde otro ventanal miramos al fondo El Viso, el lugar en el que se situó el primer asentamiento de la ciudad romana de Complutum, antes de trasladarse al llano.
Soberbia fachada
Tras descender los 109 escalones de la torre callejeamos unos metros hasta desembocar en la grandiosa plaza de San Diego o de la Universidad. Imprescindible detenerse ante la soberbia fachada de Rodrigo Gil de Hontañón, la obra por excelencia del Renacimiento español, plenamente plateresca.
«Tiene tres plantas y cinco calles y representa el retablo de una iglesia. Cada una de las plantas tiene un significado dentro del mundo de la historia. En la parte baja, con ese arco de medio punto, es por donde entran los estudiantes con el fin de aprobar las asignaturas y por donde van a salir los que han alcanzado la gloria. Todo ello lo recorre el cordón franciscano, la orden a la que pertenece el Cardenal Cisneros».
Tras cruzar su umbral y recorrer los patios de la insigne academia Complutense, por la que pasaron Lope de Vega, Quevedo, Covarrubias, Nebrija, San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila, o San Ignacio de Loyola, llegamos finalmente al Paraninfo, dónde cada 23 de abril se homenajea al inmortal vecino de Alcalá de Henares con la entrega del Premio Cervantes a la Literatura en Lengua Castellana.
«El Paraninfo es la sala más importante de la Universidad, se termina de construir hacia el año 1537, y lo más destacado que tiene, sin duda alguna, es el artesonado, un techo magnífico de madera, principalmente roble y castaño, con tres colores, rojo, amarillo y azul, y estilo plenamente mudéjar. En la planta de arriba, decorada con yeserías platerescas, encontraríamos en aquel siglo XVI a los estudiantes que venían a escuchar el examen de la persona que lo iba a defender en la parte central de la cátedra».
Tras disfrutar del soberbio edificio fundado por Cisneros, proseguimos nuestra ruta caminando por la calle Beatas hasta la de los Libreros, calle de nombre gremial y evocador que alude a los comercios que la ocuparon en el siglo XVI. En esta calle poblada de imprentas vio la luz la primera novela de Cervantes: La Galatea. El edifico antiguo ya ha desaparecido, pero una placa recuerda este hecho.
El corazón de la ciudad
Desde la calle Libreros caminamos hasta la Plaza de Cervantes, dejando a la izquierda la estatua del insigne escritor. Este lugar fue plaza del Mercado hasta 1879, año en el que cambió su nombre por el de Cervantes. La estatua es obra de Pedro Nicoli, inaugurada el 9 de octubre de 1879, siendo Alcalde de la ciudad Esteban Azaña, padre de Manuel Azaña.
Desde aquí nos adentraremos en la Calle Mayor, el corazón de la ciudad. Ante nuestros ojos se abre una larga línea de columnas y pilares, siempre llena de gente que va y viene. «Alcalá de Henares es una ciudad de tres culturas. Aquí convivieron los judíos, los árabes y los cristianos de manera totalmente pacífica. Y esta es la calle Mayor, la antigua judería de la ciudad complutense, la calle soportalada más antigua de Europa y la más larga de Europa con soportales. Guarda la misma hegemonía que en su momento de factura, en la parte baja están las tiendas, mientras que en la parte alta siguen estando las viviendas».
«Los judíos, los grandes comerciantes de la época lo que hacen es soportalar la calle con el fin de poder sacar los productos al exterior y así cuando la gente va andando los puede ver y comprar. A mitad de la calle nos vamos a encontrar con una curiosidad que son las mirillas. Las mirillas que hoy las tenemos en las puertas, en el siglo XVI los vecinos de esta calle las tenían en la parte baja del suelo de su casa para así cuando alguien tocaba a la puerta, podían verles claramente desde arriba y si les interesaba le tiraban la llave y si no pues no abrían».
Aquí en el centro de calle Mayor se encuentran los lugares más destacados de nuestro paseo: la Casa Natal de Cervantes y el Hospital de Antezana.
El Hospital fundado en 1483 por D. Luis de Antezana, en lo que fue su casa, un palacio mudéjar castellano con patio de dos alturas y balcón soportalado por pilares, constituye un auténtico fósil de la arquitectura doméstica complutense donde vemos elementos de las tres culturas que convivían en la ciudad. En este lugar estuvo en 1526 Ignacio de Loyola, quien encontró alojamiento a cambio de cocinar para los enfermos.
«La institución, que es la más antigua de Europa en funcionamiento, es hoy una residencia de ancianos que sigue en pie desde aquel 1483, gracias a una ONG y a diversos donativos de vecinos y visitantes. La verdad es que es un lugar magnífico. Aquí, aunque no se sabe con seguridad, el padre de Cervantes probablemente trabajó en este hospital. Lo que sí se sabe es que diferentes miembros de la familia Cervantes posteriores al propio Miguel de Cervantes sí trabajaron en este lugar».
El icono
De nuevo en la calle, tras dejar la tranquilidad del hospital, los oídos tardan en acostumbrarse al bullicio formado ante un banco en el que decenas de personas se sientan y levantan sin interrupción. Aquí están las esculturas de D. Quijote y Sancho Panza que el escultor Requejo talló para Alcalá en el año 2005, y que hoy son un auténtico icono de esta ciudad. Las poses y las fotografías son constantes.
Las esculturas de la calle Mayor terminan conduciéndonos a uno de los momentos más emocionante y esperado de nuestro paseo: el Museo Casa Natal de Cervantes.
Aquí nació y vivió el escritor desde 1547 hasta 1551. El edificio recrea distintas estancias de una casa de los siglos XVI y XVII, mediante una ambientación que persigue en sus trece salas que el visitante entre en las habitaciones percibiendo la presencia de sus moradores en el desarrollo de la vida cotidiana.
«Todo el mobiliario que vemos en la casa es del siglo XVI y XVII, procedente de la ciudad y de sus alrededores, y también de diferentes museos españoles, porque de la familia Cervantes no nos queda nada, porque ellos cuando se marcharon de su casa se llevaron consigo todos sus muebles. En la visita a esta casa se ve la vida cotidiana de una familia típicamente castellana, en un barrio típicamente judío, en una España muy vinculada a esas tres culturas, judío, árabes y cristianos, y una ciudad donde conviven de manera pacífica esas tres culturas».
El museo dedica también dos de sus salas a la exposición de su colección bibliográfica, que cuenta con algunas de las ediciones más importantes de la obra de Cervantes, curiosidades y rarezas bibliográficas.
Y así, casi sin darnos cuenta hemos llegado al final. Nuestro paseo aquí concluye tras recorrer las huellas más relevantes de Miguel de Cervantes, en un lugar… o en muchos lugares, de Alcalá.