Las zarzas que hoy dan su fruto en el Monte Quintos del municipio de El Royo son fruto de tres años de duro trabajo y de trámites, Muchos trámites. Su Alcalde, Raúl Gómez, recuerda esta “odisea” para hacer “lo más natural, como es plantar unas zarzas en el monte”. El proyecto fue impulsado por ocho familias, explica el Alcalde, pero los trámites burocráticos para conseguir la autorización hicieron que tres de ellas no llegaran al plazo de una subvención que era imprescindible para su continuidad.
Hoy, cinco de las familias impulsoras lo han logrado. “Ese monte que era un pedregal en el que no crecían ni cardos borriqueros, va a dar un fruto de alto valor añadido”, celebra Gómez. Estas primeras frambuesas son la oportunidad de que las tierras recuperadas sean un ingreso que permita a nuevas familias mudarse al Royo y de ampliar los cultivos e, incluso, las actividades. Por el momento, el proyecto "está comenzando", apunta el Alcalde, y "esperamos que dé a las familias interesadas en venir un ingreso mínimo".
De Madrid a El Royo
Jorge Jiménez ya es un vecino más de El Royo. Abandonó la capital de España, la media hora para aparcar, su empresa digital y el Internet de banda ancha por este municipio de menos de 300 habitantes, donde se camina con calma, trabaja en el monte y la conexión tiene sus días.
Jiménez es uno de los impulsores de esta utopía entre zarzas en la que, recuerda, han tenido “mucho apoyo moral, pero también todas las trabas burocráticas” que han hecho complejo el acceso a subvenciones económicas.
A pesar de las complejidades que pueda tener emprender en el mundo rural, Jorge Jiménez no se arrepiente de haber cambiado Madrid por El Royo. “La España rural ha cambiado y hay que compararlo todo. Por ejemplo, yo tardaba más en llegar a urgencias en Madrid que aquí. Ya no es la vida rural difícil y dura de antes”, asegura. Sin embargo, sí que lamenta que los servicios, como internet, tengan el mismo precio que en la ciudad o más caros, pero sean peores. ”No me pude plantear, por ejemplo, continuar con mi empresa desde aquí, he llegado a estar tres días sin Internet”, lamenta.
Jiménez reconoce que la vida rural no es para todos. “Yo soy feliz mirando el horizonte verde y escuchando la calma que este pueblo me ofrece, disfrutando de mis aficiones, como la micología. La vida en el pueblo es distinta, hay que descubrirla”, asegura, mientras en ese horizonte al que alude, el Monte Quintos alberga esas zarzas que son símbolo de esperanza para quienes resisten, para quienes se niegan a dejar vacía esa España que tanta vida tiene.