Carta Local se acerca a tres lugares que han decido arriesgarse y apostar por fuentes alternativas para iluminar sus calles y hogares. Son Gotarrendura, Ballesteros de Calatrava y la Mancomunidad del Sureste de Gran Canaria. Son ejemplos de esas alianzas que tejen los territorios. De cómo la innovación que surge de la academia puede encontrar en un pueblo un espacio en el que pasar de lo ideal a la práctica y de las sinergias que pueden surgir entre las necesidades de los vecinos y de emprendedores o empresas ya consolidadas.
Estos territorios son la muestra de cómo un ciudadano, viva donde viva, puede pasar a ser productor de la energía que consume. Además, como insisten las voces tras estas comunidades, son una fuente, no solo de energía, también de oportunidades. Así, muchas de ellas insisten en que “autoabastecerse” es sinónimo de arraigar población, de favorecer el emprendimiento y de ofrecer puestos de trabajo más cualificados.
“Tener luz todos los días es sinónimo de poder tener internet, de que la gente pueda venir a teletrabajar, de muchas cosas que acaban significando que el pueblo siga vivo”, explican. Estas son las experiencias, estos son municipios que buscan controlar su factura de la luz.