Cuando el corazón late a un ritmo caótico (fibrila), no puede bombear la sangre adecuadamente. De ahí la importancia del desfibrilador para poder llevar al corazón a su ritmo normal y restaurar el flujo sanguíneo adecuado. El infarto de miocardio y el paro cardíaco repentino son problemas diferentes. El segundo es un problema eléctrico. A veces, un infarto, que puede no ser fatal en sí mismo, puede derivar en un paro cardíaco repentino.
El paro cardiaco puede ocurrirle a cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar. Aunque el riesgo de paro cardíaco aumenta con la edad y en personas con problemas de corazón, un porcentaje grande de las víctimas se da en el colectivo de personas sin ningún factor conocido de riesgo.
Según datos aportados por el Ministerio de Sanidad en el 2009, cada año se producen en España más de 24.500 paradas cardíacas extra hospitalarias, lo que equivale a una media de una cada 20 minutos. Del mismo modo, cada año, 68.500 pacientes sufren un infarto agudo de miocardio en España, de los que aproximadamente un 30% fallece antes de ser atendido en un hospital. La experiencia científica ha demostrado que la efectividad de la desfibrilación temprana en la recuperación de un ritmo cardíaco eficaz es del 90% cuando es posible efectuar la desfibrilación en el primer minuto de evolución.
Casi todas las Comunidades Autónomas ya han recogido en sus respectivos decretos los requisitos que deben cumplirse para que personal no médico pueda utilizar el desfibrilador. Aunque todavía no es obligatorio su uso, las autoridades sanitarias consideran necesaria la implantación de estos equipos. De ahí que sea tan importante que las Administraciones Públicas tomen conciencia de esta realidad y faciliten la extensión de los desfibriladores en lugares de uso cotidiano ciudadano, como las instalaciones deportivas, en buena parte gestionadas por la Administración Local.
Importancia del desfibrilador
El desfibrilador semiautomático (DEA) realiza automáticamente un diagnóstico del ritmo del corazón de una persona que supuestamente ha sufrido un paro cardiaco. Tras comprobar que está recomendada una descarga eléctrica, permite realizar varias descargas alternando éstas con los masajes cardiacos para mantener a la persona viva hasta la llegada de los servicios de emergencia.
Su funcionamiento es sencillo: dos almohadillas conectadas al equipo que son colocadas sobre el pecho permiten analizar el ritmo del corazón y, si se confirma que se trata de una fibrilación ventricular, el equipo recomendará la descarga y se deberá pulsar el botón. El propio equipo va indicando los pasos que deben darse. Puede ser utilizado por cualquier persona que haya recibido una formación básica de seis a ocho horas impartida por una entidad cualificada.
Aunque prácticamente todos los equipos del mercado tienen una gran fiabilidad, alguno de ellos presta gran ayuda durante la realización del RCP (reanimación cardiopulmonar) e informa de si la presión ejercida con el masaje cardiaco y el ritmo son o no los adecuados. No es necesario que quien utilice el desfibrilador semiautomático sea médico o tenga una formación sanitaria. Si por ejemplo, por error, se tratara de utilizar el equipo en una persona que ha sufrido una lipotimia, el aparato no realizaría la descarga eléctrica.
Por otro lado, la posibilidad de que el equipo cometa un error y diagnostique mal es muy remota. Los estudios muestran que estos aparatos hacen una valoración del ritmo de corazón más rápidamente y con mayor exactitud y fiabilidad, que la que hacen muchos profesionales entrenados para actividades de emergencia.