La Guía no es un compendio de textos legales, sino un producto que tiene como hilo conductor “reforzar la cultura institucional de los Gobiernos Locales. Está estructurada en una introducción y seis capítulos en los que se analizan los aspectos más relevantes de la política municipal desde la perspectiva institucional, y su finalidad principal es apostar por el buen gobierno y la calidad democrática de los Gobiernos Locales. Para ello, con la Guía se busca dar cumplimiento a varios objetivos; el primero de ellos, es proveer a los Alcaldes y Concejales de un documento que les ayude en la interiorización de cuál es la naturaleza básica de su función en el nivel local de gobiernos; el segundo, dotarles de un instrumento de reflexión en torno a su papel institucional y a sus relaciones con la ciudadanía; se busca también enumerarles un catálogo de instrumentos que puedan resultarles de utilidad en el ejercicio de sus funciones; y, finalmente, colaborar en el éxito de su gestión política, porque ello revertirá en una mayor legitimidad de su Ayuntamiento y en mayor satisfacción para los ciudadanos del municipio.
La Guía, editada por la Fundación Democracia y Gobierno Local (www.gobiernolocal.org) es el resultado de un trabajo colectivo y ha tenido como base el trabajo de expertos procedentes de Ayuntamientos, Universidades, de la Dirección General de Cooperación Local y de la propia FEMP.
Ciudadanos y políticos locales
Que el ciudadano es el destinatario último y efectivo de la política local, es una cuestión que no ofrece ninguna duda, como tampoco se pone en cuestión que el político local es el que tiene mayor cercanía a personas y problemas, el que debe mostrarse más accesible pero, al mismo tiempo, ha de procurar el adecuado distanciamiento objetivo cuando se trata de decidir sobre los asuntos que afectan a la comunidad.
Sobre estas bases, la Guía subraya que el ciudadano “no es un simple receptor de prestaciones y servicios locales, ni un simple “sujeto tributario” o “votante”, sino que “debe también contribuir a hacer ciudad, asumiendo sus propias responsabilidades y los deberes inherentes a su condición, y acentuando a través de su ejercicio sus sentido de pertenencia al municipio”. Así, el texto destaca a estos efectos que los políticos municipales –Alcaldes y Concejales-, no pueden hacerlo todo, no pueden cambiar la ciudad y no podrán tampoco mejorar su calidad de vida si los ciudadanos declinan sus responsabilidades y los deberes propios de su condición. De forma paralela, los poderes públicos locales deberán promover campañas de sensibilización ciudadana, regular conductas y sancionar infracciones, “pero sólo una interiorización efectiva y pacífica (así como una “internalización”) por parte de los ciudadanos de las reglas adoptadas representará un paso adelante en la promoción de un clima de convivencia ciudadana basado en el respeto activo”.
Por otro lado, la proximidad del político local a sus propios ciudadanos le hace particularmente visible, “y si cualquier político debe adoptar conductas ejemplares –subraya la Guía- con mayor razón el político municipal se ve obligado a ejercer con un plus de ejemplaridad sus responsabilidades y a conducirse en su vida privada y social con las mismas exigencias. El político local, y más aun si es Alcalde, es el espejo de la institución en el que se miran los ciudadanos”. Para los autores del texto, la confianza en las instituciones municipales depende en buena medida de la conducta de sus propios responsables políticos, y si los ciudadanos confían y se muestran satisfechos con sus propias instituciones, la legitimidad de éstas se acrecienta.
En este aspecto, la relación de los políticos con los medios de comunicación ha de ser cuidada exquisitamente, según el texto de la Guía. El político no se dirige directamente a su público, sino que su auditorio primario es el que constituyen los medios de comunicación. Ante éstos, los políticos locales han de emitir mensajes claros y concisos y mostrar una relativa accesibilidad, concediendo importancia tanto a la imagen como al contenido. Los medios, por su parte, deberían también ser conscientes de que están contribuyendo a generar una opinión pública libre y de que de su tratamiento informativo depende la confianza y la credibilidad que los ciudadanos tengan en sus instituciones.
Liderazgo y representación, los roles del político municipal
A juicio de los redactores del informe, ser Alcalde o Concejal requiere el desempeño de una serie de roles, actuar de acuerdo con unos principios de buen gobierno y disponer de diversas competencias (aptitudes) políticas con el fin de garantizar el éxito de su gestión.
En el texto, los roles o responsabilidades básicas destacados son los de representación y liderazgo. En el marco del primero, el ciudadano se ubica en el centro de la actuación del político municipal, que debe, en todo momento, actuar en defensa de sus intereses, derechos y satisfacción de sus necesidades. La representación incluye también el desarrollo de políticas públicas, la asignación de recursos públicos y servicios, la asistencia a los ciudadanos en sus relaciones con el Gobierno Local y mantener el contacto continuo con el ciudadano.
Por lo que se refiere a liderazgo, la Guía lo define como la suma detonas las contribuciones del político municipal al interés general de su comunidad durante su mandato y añade que “el liderazgo es afrontar los problemas de la comunidad mediante principios de buen gobierno, competencias prácticas, y medir y evaluar los resultados obtenidos”.
En cuanto a los principios de buen gobierno, el texto aborda diferentes perspectivas, y detalla, entre otras cuestiones, cómo debe actuar el político municipal, y cuáles son las normas, objetivos y principios operativos asociados al citado buen gobierno.
Finalmente, en lo relativo a competencias, el texto señala que se trata de “un conjunto de conocimientos, destrezas, actitudes, aptitudes y habilidades que un político municipal debe desarrollar para un desempeño con éxito de sus tareas en el Gobierno Local”, y destaca “las 12 competencias” que debe tener un político local que se concretan en representar, comunicar, facilitar, utilizar el poder, tomar decisiones, formular políticas, delegar, negociar, priorizar recursos escasos, evaluar, articular alianzas y liderar.
A lo largo de seis capítulos, la Guía desgrana, además cuestiones como la dimensión institucional de la política municipal, las pautas para la priorización de políticas locales, la eficiencia en la gestión económico-financiera local, la ética y los valores públicos en la política local, el estatuto de los representantes locales y el municipio inteligente.