La seguridad en eventos que congregan y concentran a un número elevado de personas, en especial, niños, y en los que además se utilizan vehículos como camiones o remolques, conlleva para los Gobiernos Locales la adopción de una serie de medidas destinadas a minimizar los riesgos de posibles accidentes o de seguridad. Esas medidas, fijadas en función del tipo de evento, las características del público o el espacio en el que se desarrollan, están contempladas en la Ordenanza Tipo de Cabalgatas Segura, realizada en la FEMP desde su Comisión de Seguridad y Convivencia Ciudadana, y en colaboración con la Guardia Civil, entre otros interlocutores. El objetivo, dotar a los Gobiernos Locales de un marco normativo que les facilite la tarea a la hora de “adoptar las medidas necesarias para evitar cualquier accidente y preservar el espacio público como un lugar en el que todas las personas puedan desarrollar en libertad sus actividades de libre circulación, su ocio, encuentro y recreo con total seguridad”.
Los contenidos de la Ordenanza Tipo se mueven dentro del abanico de competencias municipales para “evitar todas las conductas que puedan perturbar la convivencia y minimizar los comportamientos incívicos que se puedan realizar en el espacio público, así como velar por la seguridad de todos adoptando las medidas oportunas”.
En consecuencia, el texto final plantea a estos efectos los requisitos y recomendaciones necesarios en materia de prevención, coordinación, planificación e inspección de cabalgatas, líneas que, junto con otras relativas a concienciación y difusión, componen el cuerpo principal de la propuesta de la FEMP.
Prevenir y coordinar
Las actuaciones preventivas y de coordinación están inspiradas en principios de convivencia y civismo. Entre las preventivas, la principal recomendación pasa por la elaboración de un Plan de Emergencia, cuyos objetivos y contenidos quedan detallados en el redactado. Entre otras cuestiones, se señala que dichos Planes deberán ser “un documento escrito en el que consten fechas de elaboración y aprobación, así como los responsables del mismo y la normativa en función de la cual se redacta el plan” (legislación autonómica sobre espectáculos o legislación autonómica sobre protección civil).
Un Plan de Emergencia debe contemplar, entre otras cuestiones, las rutas de evacuación, salidas de emergencia, ubicación de servicios contra incendios, servicios médicos, o las acciones y medidas a adoptar antes, durante y después de una emergencia, y también ha de considerar los recursos, tanto humanos como materiales, que se encuentren disponibles. En la propuesta de la FEMP también se contempla como actuación preventiva la divulgación de un catálogo de riesgos y medidas preventivas adaptado a cada sector del público, y también los posibles criterios de suspensión del evento, entre otras materias.
En lo referente a coordinación, la recomendación de la FEMP es muy concreta: con carácter general, la convocatoria de la Junta Local de Seguridad. “Es fundamental –indica el texto- la coordinación operativo- funcional de la entidad organizadora, Policía Local, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Protección Civil, bomberos, servicios sanitarios, servicios de seguridad y emergencia, servicios de mantenimiento, responsables de evacuación, contar con directorios y planos de interés”.
Será a través de este órgano por donde se canalicen las solicitudes de apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado –si la magnitud del evento sobrepasase las capacidades de las Policías Locales-, y donde se establezcan los niveles de implicación y cooperación necesarios para garantizar la seguridad.
Las partes implicadas en la coordinación del evento, así como las pautas para la coordinación previa o el establecimiento de un centro de coordinación durante la celebración del mismo, también quedan recogidas en el texto.
La norma tipo prevé las diferentes modalidades de emergencias que pueden producirse (que van desde las meteorológicas, las relacionadas con desprendimientos de cornisas o roturas de conducciones de agua o gas, hasta los actos delictivos) y las respuestas a ofrecer, y subraya que “para lograr una correcta coordinación entre todos los servicios y personal actuante con la oportuna eficacia y fluidez de las acciones, es aconsejable establecer un Centro de Control Operativo (CECOP) con toda la información y centralizar la toma de decisiones”.
Dedica igualmente un capítulo completo al itinerario de la cabalgata, la presencia policial y el uso adecuado del espacio público, en el que formula recomendaciones como la anchura de los viales, su pendiente, la altura de los vehículos o el lanzamiento de caramelos, las líneas de evacuación o los accesos de vehículos de emergencia. Sobre las carrozas, hace referencias y especificaciones relativas a los vehículos tractores y a sus conductores, así como los requerimientos técnicos y administrativos, y también formula recomendaciones sobre los participantes y acompañantes de las carrozas, entre otros aspectos.
El texto se completa con la propuesta de medidas de concienciación, difusión y participación en cabalgatas, y con tres anexos centrados en ofrecer detalles más concretos sobre la identificación de los riesgos de la cabalgata, las recomendaciones específicas para los acompañantes de las carrozas y las recomendaciones a incluir en las campañas de prevención.